LA HISTORIA DE Kiú (dicen
que leyenda) aterrorizó al
invasor al sospechar ikú…
Kiú
es el protector de los habitantes de Tamarán; el único jabalí que creció en Canarias y fue
dueño y señor de la Selva de Doramas... conviviendo con los cochinos, pequeños perros y cabras
sueltas; decían que era enorme y que llegó a alcanzar más de 200 kg. Los
habitantes de poblados y cuevas cercanas mantenían la distancia y aprendieron que era una bestial defensa
para aquellos hombres que llegaban por las aguas y hacían prisioneros que se
llevaban en cascarones flotantes sin saber cómo ni porque ni para qué… y lo interpretaron como un
enviado para protegerlos de aquellos seres que se apoderaban de sus víveres y
se llevaban a sus semejantes.
Sus colmillos eran espadas
temidas por los cazadores de esclavos que se adentraban a la isla...
Los
pobladores de esa zona de Tamarán Le llamaban “kiú” por el sonido que hacía o
emitía por su hocico rebuscando los
ñames, berros, caracoles… que se zampaba
junto a lombrices y alguna ranas… rebuscando
con su agudo olfato emitiendo ese sonido traducido en conversas como: kiú kiú kiú
Kiú… casi siempre en las noches
más oscuras, en las claras, se dibujaba su silueta descomunal y los cabellos
rojizos que le brotaban... y ante todo, el brillo de sus enormes colmillos que
afilaba constantemente en troncos y piedras.
Cuando
los esclavos negros que los mercaderes llevaban del África continental cercana,
comprobaban como regresaban despedazados a hombros de sus
compañeros los mercaderes esclavistas que se habían adentrado al interior de la
isla en busca de aborígenes… estos seres humanos encadenados en pestilentes
barcos negreros decían a gritos IKÚ;
IKÚ… que no era otra cosa que la muerte en el antiguo idioma de los yoruba…
Kiú
es Ikú para los cazadores de esclavos.
… Nada hizo sospechar a
aquel pirata normando; cuando después de una cacería en la fría Europa caviló
llevarse los jabatos de un jabalí hembra
abatido y mantenerlos en sus naves para disponer de carne fresca a destinos no
trazados. Uno de aquellos al llegar a
tierras del archipiélago… el último de la camada; lo bajaron del barco para
asarlo y en un descuido se les escapó a toda velocidad de sus manos y sus
fuegos… dando origen a la adaptación de este a las nuevas condiciones que sin
depredadores ni hostigamientos …se alió con otros animales compartiendo
territorios y creció y se convirtió en
el legendario y temido protector. Sin
congéneres de su propia especie no pudo reproducirse pero sí que las
condiciones hicieron que su vida fuese muy prolongada…nadie sabe cuánto vivió
ni donde murió… por ello se incrementó la mitología de aquel ser solitario al
que consideraban feliz… pues no tenía competidores y si entrenamiento cuando
aquellos seres humanos se atrevían a traspasar sus fronteras habitacionales que
conducían por barrancos y cascadas a pobladores de la isla.
Solitario, temido, feliz y
respetado… Kiú permaneció cuasi de por siempre en la memoria narrada de
aquellos seres que recibieron sus favores evitando caer en las cadenas y
grilletes de cuasi semejantes llegados de no se sabe dónde.
No quedó lugar de retorno de
mercaderes donde en puertos, tascas y burdeles
se hablara de aquel ya monstruo híbrido inventado entre enorme oso y
jabalí… por su gran tamaño, color, inteligencia y fuerza…
Y a pesar de años
transcurridos… sus cantos se percibían en la distancia como “tótem” rítmico de
que el protector de Doramas seguía
presente y era tan real que dormían tranquilos los pobladores pues sabían que en
las tinieblas… los mercaderes no se atreverían a pasar por los senderos del más
grande, feroz y astuto de los jabalís
que se recuerden.
…y este cuento (EXTRACTO DE UNO MÁS LARGO; es casi
casi un prólogo) cuasi leyenda para
niños y “adultos niños” fue narrado para sostener la fuerza de una banda de
rock de la Gran Canaria, cuyo vocalista trazó… pues sentía a su banda heredera
de Kiú: y su protector Ikú: que no
conocerán; pues si están no existe y si existe ellos no están) – Ramón Vil – (Kiú
el rojo) de la banda GARROTE VIL…
Kiú
es el protector de los habitantes de Tamarán; el único jabalí que creció en Canarias y fue
dueño y señor de la Selva de Doramas... conviviendo con los cochinos, pequeños perros y cabras
sueltas; decían que era enorme y que llegó a alcanzar más de 200 kg. Los
habitantes de poblados y cuevas cercanas mantenían la distancia y aprendieron que era una bestial defensa
para aquellos hombres que llegaban por las aguas y hacían prisioneros que se
llevaban en cascarones flotantes sin saber cómo ni porque ni para qué… y lo interpretaron como un
enviado para protegerlos de aquellos seres que se apoderaban de sus víveres y
se llevaban a sus semejantes.
Sus colmillos eran espadas
temidas por los cazadores de esclavos que se adentraban a la isla...
Los
pobladores de esa zona de Tamarán Le llamaban “kiú” por el sonido que hacía o
emitía por su hocico rebuscando los
ñames, berros, caracoles… que se zampaba
junto a lombrices y alguna ranas… rebuscando
con su agudo olfato emitiendo ese sonido traducido en conversas como: kiú kiú kiú
Kiú… casi siempre en las noches
más oscuras, en las claras, se dibujaba su silueta descomunal y los cabellos
rojizos que le brotaban... y ante todo, el brillo de sus enormes colmillos que
afilaba constantemente en troncos y piedras.
Cuando
los esclavos negros que los mercaderes llevaban del África continental cercana,
comprobaban como regresaban despedazados a hombros de sus
compañeros los mercaderes esclavistas que se habían adentrado al interior de la
isla en busca de aborígenes… estos seres humanos encadenados en pestilentes
barcos negreros decían a gritos IKÚ;
IKÚ… que no era otra cosa que la muerte en el antiguo idioma de los yoruba…
Kiú
es Ikú para los cazadores de esclavos.
… Nada hizo sospechar a
aquel pirata normando; cuando después de una cacería en la fría Europa caviló
llevarse los jabatos de un jabalí hembra
abatido y mantenerlos en sus naves para disponer de carne fresca a destinos no
trazados. Uno de aquellos al llegar a
tierras del archipiélago… el último de la camada; lo bajaron del barco para
asarlo y en un descuido se les escapó a toda velocidad de sus manos y sus
fuegos… dando origen a la adaptación de este a las nuevas condiciones que sin
depredadores ni hostigamientos …se alió con otros animales compartiendo
territorios y creció y se convirtió en
el legendario y temido protector. Sin
congéneres de su propia especie no pudo reproducirse pero sí que las
condiciones hicieron que su vida fuese muy prolongada…nadie sabe cuánto vivió
ni donde murió… por ello se incrementó la mitología de aquel ser solitario al
que consideraban feliz… pues no tenía competidores y si entrenamiento cuando
aquellos seres humanos se atrevían a traspasar sus fronteras habitacionales que
conducían por barrancos y cascadas a pobladores de la isla.
Solitario, temido, feliz y
respetado… Kiú permaneció cuasi de por siempre en la memoria narrada de
aquellos seres que recibieron sus favores evitando caer en las cadenas y
grilletes de cuasi semejantes llegados de no se sabe dónde.
No quedó lugar de retorno de
mercaderes donde en puertos, tascas y burdeles
se hablara de aquel ya monstruo híbrido inventado entre enorme oso y
jabalí… por su gran tamaño, color, inteligencia y fuerza…
Y a pesar de años
transcurridos… sus cantos se percibían en la distancia como “tótem” rítmico de
que el protector de Doramas seguía
presente y era tan real que dormían tranquilos los pobladores pues sabían que en
las tinieblas… los mercaderes no se atreverían a pasar por los senderos del más
grande, feroz y astuto de los jabalís
que se recuerden.
…y este cuento (EXTRACTO DE UNO MÁS LARGO; es casi
casi un prólogo) cuasi leyenda para
niños y “adultos niños” fue narrado para sostener la fuerza de una banda de
rock de la Gran Canaria, cuyo vocalista trazó… pues sentía a su banda heredera
de Kiú: y su protector Ikú: que no
conocerán; pues si están no existe y si existe ellos no están) – Ramón Vil – (Kiú
el rojo) de la banda GARROTE VIL…
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